La Reserva de la Biósfera Yasuní es una de las áreas con mayor biodiversidad en el planeta: en una hectárea de bosque se encuentran más árboles de las que existen en Estados Unidos y Canadá juntos. En ella también existe un importante mosaico cultural compuesto por pueblos indígenas que habitan, manejan y resignifican este espacio, como los Waorani, Kichwas y Shuar, además de pueblos no contactados, como los Tagaeri-Taromenani.
La riqueza biológica y cultural de esta reserva sufre presiones vinculadas a la sobreexplotación de animales silvestres unida a la degradación de los bosques por la tala ilegal y la apertura de carreteras para la explotación petrolera. En grandes extensiones, la fauna ha disminuido dramáticamente causando el efecto denominado “el síndrome de los bosques vacíos”. Gran parte de esta presión es causada por el comercio ilegal de carne silvestre, sobre todo de especies como el pecarí de labio blanco (Tayasu pecari), el pecarí de collar (Pecari tajacu) y un roedor grande de la región, comúnmente llamado guanta (Caniculus paca). Los cazadores waorani solían vender la carne silvestre en el mercado de Pompeya, localizado en la ribera norte del río Napo. Para el año 2007, se comercializaban entre 13.000 a 14.00 kg de carne silvestre al año (WCS, 2007). Los intermediarios de Pompeya compraban la carne y la revendían en diversas ciudades de la Amazonía ecuatoriana, especialmente en Coca, Tena, Joya de los Sachas y Lago Agrio.
Tradicionalmente, la lucha contra el comercio ilegal de carne silvestre por parte del Estado y de las ONG priorizaba tener la mayor y más precisa información científica sobre el problema y reforzar las medidas de control, por ejemplo, capacitando a la policía y a los militares para realizar decomisos en las ciudades, carreteras, aeropuertos, etc. Este enfoque, a pesar de tener algunos resultados inmediatos, ha sido insuficiente para disminuir el comercio de carne silvestre.
El proyecto Chocolate para la Conservación aplicó nuevos enfoques, como la implementación de incentivos económicos que disminuyeron el comercio ilegal de carne de monte en la Reserva de Biósfera Yasuní. Esto se logró gracias a la acción coordinada con la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (AMWAE), el Ministerio del Ambiente y otras instancias, y se logró clausurar el mercado de carne silvestre más grande del Ecuador, en Pompeya.
La principal estrategia fue trabajar desde el lado de la oferta de manera directa con las comunidades escogidas. Se buscaron e implementaron alternativas económicas sostenibles, dirigidas principalmente a las mujeres waorani, que además velan por la seguridad alimentaria familiar indígena. El componente de control del comercio ilegal se incorporó únicamente luego de haber implantado estas alternativas económicas y haberlas acompañado con una innovadora campaña de comunicación.