A nivel global, la creación de corredores de conectividad, también llamados corredores ecológicos, ha venido consolidándose a partir del reconocimiento de la necesidad de integrar áreas protegidas y conservadas, o espacios de vegetación natural aisladas en sistemas interconectados con la finalidad de potencializar su capacidad de conservar la biodiversidad, procesos ecosistémicos y servicios ecológicos al largo plazo (Bennett y Mulongoy 2006, Hilty et al., 2020, Rouget et al., 2006).
El Ecuador, como signatario del Convenio de Diversidad Biológica, no es ajeno a esta visión, lo que se refleja en el incremento de las iniciativas para crear redes ecológicas, integradas por corredores de conectividad y áreas núcleo en el territorio nacional.
Con la finalidad de contribuir a la conservación de la Amazonía, el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) aprobó el Programa de Paisajes Sostenibles Amazónicos 2 (ASL2), que comprende un conjunto de proyectos en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam.
Dentro de este programa, en Ecuador se ejecuta el proyecto “Corredores de Conectividad en dos paisajes prioritarios de la Amazonía ecuatoriana”, el cual contribuye a los esfuerzos previos para mantener la conectividad, especialmente entre las áreas que conforman el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Ecuador (SNAP). En este proyecto se incluye la propuesta de dos corredores de conectividad:
La Región Amazónica del Ecuador (RAE) incluye 6 provincias y cubre un área de 116,270 km2 que corresponde al 46.8% del territorio continental del país. El estado de conservación de la RAE es bastante bueno, en particular si lo comparamos con las regiones Sierra y Costa, por ejemplo:
1) aproximadamente el 83% de la cobertura del suelo de la RAE se compone por vegetación natural;
2) el 26% de la RAE se encuentra dentro del Patrimonio de Áreas Naturales del Estado y poco más de un 8% adicional dentro de Bosques Protectores;
3) la densidad poblacional en las 6 provincias amazónicas es entre 1 y 2 órdenes de magnitud más baja que en las provincias de la Sierra y Costa; y
4) más del 57% de la superficie de la RAE pertenece a territorios indígenas, cuyos pueblos han contribuido significativamente a la conservación de los ecosistemas amazónicos (INEC, 2010; López et al., 2013; MapBiomas, 2022).
En contraste con lo anterior, la RAE enfrenta importantes amenazas que en un futuro cercano podrían llevar a cambios significativos en el uso del suelo. Aproximadamente el 58% de la RAE se encuentra bajo concesiones para extracción petrolera y dichas actividades no discriminan a las áreas protegidas; el 21% de la superficie del SNAP en la RAE se encuentra dentro de dichas concesiones (López et al., 2013).
Asociada al extractivismo petrolero está la expansión de la infraestructura vial, por ejemplo, el promedio de densidad de carreteras en la RAE es de 43.9 m/km2; la provincia con mayor densidad vial es Sucumbíos (98.2 m/km2) que es donde se inició la actividad petrolera y donde esta tiene mayor intensidad. Las carreteras tienen un efecto catalizador en los procesos de colonización, expansión de la frontera agrícola, y otras actividades que llevan a la pérdida, fragmentación y degradación de los ecosistemas naturales. Por ejemplo, entre 1985 y 2021 el área de la RAE destinada a la producción agropecuaria ha aumentado en un 45% (MapBiomas, 2022).
Garantizar la conectividad entre áreas del SNAP, Bosques Protectores y Territorios Indígenas es vital para mantener la biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas de la Amazonía ecuatoriana. Las necesidades de espacio de muchos organismos van más allá de los límites de un área de conservación. Por ejemplo, el Parque Nacional Yasuní, el área protegida más grande del Ecuador continental con cerca de 10,000 km2 , por sí sola no puede mantener una población viable del jaguar; se necesita de una red funcional de áreas de conservación para su permanencia en el paisaje (Espinosa et al., 2018).
2. En el pie de monte de la Amazonía central, se propone el corredor Palora-Pastaza, el cual cubre un área aproximada de 180.000 ha entre el Parque Nacional Sangay y territorios indígenas Shuar, Kichwa y Achuar. De esta manera, el corredor Palora-Pastaza promueve la conectividad entre las áreas protegidas localizadas en la Cordillera Oriental y aquellas en la Amazonía baja ecuatoriana, además de territorios indígenas y bosques protectores.
Esta propuesta se enfoca principalmente en el análisis de información biofísica para la determinación de ambos corredores de conectividad y será complementada con información socioeconómica proporcionada por los Proyectos Selva, ejecutado por WWF y por el Proyecto.
Objetivo
Realizar la caracterización biofísica y desarrollo de un análisis de conectividad para el establecimiento de dos corredores de conectividad en los paisajes Palora-Pastaza y Aguarico – Napo.